viernes, 9 de marzo de 2012


Las luciérnagas   fermentan por la noche
 Un campo imbuido en  una sutura luminiscente
Una cicatriz en la  negrura.
 La  obra de los dioses paganos
descansa en el océano de las sombras
una marea de lotos  luminosos  florecen con la fuerza de la fiebre nocturna
un aroma de color blanco,
impregna el sabor de la brizna de hierba.
Los colores que hace un instante  estuvieron  acampados  en los   ojos de los humanos
son  recluidos  como si de  forraje se tratase
Un negocio entre  la luz y la penumbra.
Un ramillete de espadaña,  surgen en las alturas,
un ejército de cestos y de centros florales, brotan del orbe.
Un barro polvoriento e inacabado.
Fluorescentes girasoles y somnolientos cipreses bañan en la noche de los tiempos.
Un bullicio de enjambres un  parpadeo allí,  a lo lejos
Mientras tanto la brizna de hierba desde el otro lado de lo borroso.
Va descubriendo a tientas el sendero luminoso
La senda que le zambulle en lo cotidiano
Para no remover las tinieblas, se confunde con el tinte Bruno del espacio.
El verde campo y el azul del cielo, esos que juntos componen el color del mar
Duermen en sus  lechos apesadumbrados.
A.       Sacd@


 

1 comentario:

  1. La noche cuando se despiertan los sueños y se apoderan de nuestras mentes las quimeras.

    ResponderEliminar